Tejido subjuntivo

Hace unos cuantos meses me ofrecieron dar clases de alemán a un niño de 10 años. ¡Ja! decía la vida burlándose desde una esquina y ¡ja! decía yo aceptando tal propuesta desde el interminable desenfado de aquellos a quienes nos encanta complicarnos la vida. 

La experiencia ha sido tortuosa para ambos. Para él lo ha sido por estar saturado de obligaciones y estar atrapado en un horario poco flexible y para nada espontáneo y también porque él -pero sobretodo sus padres- aún no entienden los alcances de aprender una segunda (de hecho tercera) lengua a pesar de las limitaciones que pueda tener momentáneamente. 

Para mí lo ha sido por tratar de hacer la clase lo más dinámica posible y topar con pared al lidiar con su cansancio, fastidio, frustración e incluso con las barreras y prejuicios que tiene a pesar de ser un niño. Entonces termino siendo una maestra con un método de enseñanza que vacila entre semi-militarizado y buena-onda. 

Siempre que terminamos la clase me quedo con sentimientos encontrados. Por un lado pienso que podría aprovechar mejor esas horas, estando más concentrado y siendo más curioso. Luego pienso que ni los adultos tenemos tal capacidad de atención o concentración. Por otro lado, pienso que a pesar de todas las vicisitudes, eventualmente valorará todo. Como cuando inventamos rimas en clase y primero lo tomó con bastante rechazo "¡¿rimas en alemán?!, ¡¿para qué?! (perdón Hesse, perdón Schiller, perdón a todos). Hacia el final de la clase no pudo aguantarse la sonrisa y se despidió con un arrepentido "pues sí estuvo divertido".



A unos días de que ese ja! se convierta en un Auf wiedersehen! me llegó un recuerdo de algo que se quedó inmerso en el tejido de las fantasías. Alguna vez Pau comenzó a hablarme de cuando tuviéramos hijos. Ella ya tenía toda la división de actividades en mente: yo les enseñaría las cosas difíciles, como matemáticas o química (¡o alemán!) y ella les enseñaría las cosas bonitas como dibujar, pintar y tocar instrumentos para poder asegurar  que siempre la quisieran más a ella.  Yo sólo sonreía. Y sólo me queda seguir sonriendo. 

Comentarios

  1. jajaja "un método de enseñanza que vacila entre semi-militarizado y buena-onda"

    ... qué bonito lo que dices de Pau :)

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