Etapas



Mis acercamientos a la poesía han sido más bien serendípicos y como un rayo. No recuerdo la primera vez que leí un poema pero difícilmente podré olvidar cómo llegué a este. 

Una noche de julio en Guanajuato fui a una fiesta de despedida que ofreció mi maestra de alemán de la universidad. Recuerdo que llegué un poco tarde porque estaba lloviendo y el camino hacia su casa era largo. Cuando llegué, me recibió con mucha alegría y sentí una calidez especial, más allá de sólo haberme refugiado de la lluvia. 

Esa noche bebimos cerveza, bailamos salsa (¡ella me invitó a bailar!) y hablamos de lo que le faltaba por empacar, del itinerario de sus últimos días en México, del mundial de fútbol, de su odio hacia las banderas...

Hacia el final de la noche me preguntó si podía besarme y después nos fuimos a casa...

A la mañana siguiente, como si nada, sacó una hoja con un poema escrito a mano y me lo mostró. Stufen de Hermann Hesse. Una amiga suya se lo escribió antes de hacer este viaje a México y ahora, yo lo estaba leyendo en su cama, un día antes de que regresara a Alemania. 

Stufen significa escalones o niveles en alemán. Sin embargo, la traducción poética encaja más con etapas. Esa noche empezó y terminó una de varias etapas con ella. Esa noche aprendí a soltar, a dejarme llevar y a confiar en el espíritu del mundo. 

Mucha  gente cree que todos tenemos una misión en la vida. Yo creo que hay algunos poemas (y poetas) que tienen la misión de poner en palabras todas esas cosas de la vida que difícilmente se distinguen en la cotidianidad. 

Gracias, Herman Hesse.

Etapas

Como toda floración marchita, y toda juventud
con la edad decae, así florece cada etapa de la vida,
florece cada sabiduría y cada virtud
a su tiempo, y no debe durar eternamente.
El corazón, a cada llamada de la vida,
debe estar presto a la despedida y recomienzo,
para entregarse con valor, sin luto,
a otras nuevas uniones.
Cada comenzar está lleno de un encanto
que nos protege y nos ayuda a vivir.
Hemos de atravesar alegres espacio tras espacio,
no depender de hogar alguno,
el espíritu del mundo no quiere atarnos ni limitarnos,
quiere levantarnos peldaño tras peldaño, ampliarnos.
Apenas nos aclimatamos a un círculo de vida,
y nos acostumbramos confiadamente, cuando ya amenaza el adormecimiento,
solamente el que está preparado al rompimiento y al viaje puede escapar del paralizador acostumbrarse.
Quizá todavía la hora de la muerte
nos envíe espacios nuevos,
nunca tendrá fin en nosotros el llamado de la vida…
¡Bien, pues, corazón, despiértate y sana!

Comentarios

  1. Qué bonito cuando se acomodan las cosas así, como mandadas a hacer. Creo que coincido contigo en lo que dices de los poemas y los poetas.

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