Llorar

Ayer estaba en una reunión festejando el cumpleaños 25 de Linda (una maestra de alemán que está haciendo sus prácticas en Guanajuato) con mi hermana, varios amigos y un par de personas nuevas.

En una pausa entre la plática y las risas me di cuenta que era 12 de septiembre y que 2 años atrás Pau me estaba terminando. Me llamó por teléfono en la noche y pensé que nos pondríamos de acuerdo para vernos pero la cosa terminó diferente. Me dijo con voz calmada y con más seguridad que vacilación que necesitaba tiempo para estar sola y hacer sus cosas y que lleváramos todo más tranquilo, o sea, ya no ser novias. De momento no entendí y al mismo tiempo supe que no podía hacer nada para que las cosas fueran diferentes. Luego me dijo que no estuviera triste, que me quería mucho y que siempre iba a ser así. Entonces entendí menos. 

Lo que más me costaba entender en ese momento era que aunque hubiera amor y me quisiera a mi, ella no no quería un nosotras. Pensaba que si existía ese amor las demás cosas estaban en segundo plano (porque el amor es lo más importante, ¿no?) y se les podía encontrar alguna solución. Por ejemplo, coincidir en la misma ciudad, vernos con más frecuencia, conseguir un trabajo que nos llenara y nos dejara buen dinero, seguir creciendo profesional y personalmente, etc... ¡ja!.

Fue un momento muy complicado en muchos sentidos. Sentía que estaba empezando desde cero en muchas cosas. Recién había terminado la universidad e iba a entrevistas de trabajo casi todos los días. Todas deprimentes. Estaba de regreso en la casa de mis papás, sin dinero, sin trabajo,  y -ahora- sin Pau. 

Lloraba todos los días a todas horas. En la mañana, a la hora de la comida, lavando platos, bañándome, manejando... Vi la cara de varios amigos sin saber qué hacer o decir por verme así. Una vez soñé que íbamos tomadas de la mano y ella iba tomada de la mano de alguien más. Todo borroso y entre sombras. Ese día también desperté llorando. 

Poco después, por casualidad, comencé a dar clases de español para extranjeros y unos meses después conseguí un trabajo en San Miguel de Allende. ¡Vaya ironía! en poco tiempo, todas esas cosas que me angustiaban se habían resuelto. Pude conseguir un trabajo, vivir independiente, tener un poco de dinero, continué proyectos que comenzaron con ella e incluso estábamos más cerca (geográficamente). Sin embargo, para ese entonces ya había comprendido que el amor no es suficiente y que algunas cosas de la vida son más complejas de lo que parecen. 

Al final, terminé odiando el trabajo, no me gustaba vivir en San Miguel y tener dinero significaba nada si no tenía libertad con mi tiempo. Luego tomé la decisión de terminar con todo eso y comenzar -otra vez- de nuevo. Estoy casi segura de que si hubiéramos seguido juntas, no me hubiera atrevido a tomar una decisión así.

Aquel sueño que tuve en donde alguien más iba de la mano con nosotras lo estuve descifrando por un tiempo. Al final creo que -lo otro- era miedo. Miedo al futuro, miedo a no ser suficientes, miedo a no saber si no eramos "la una para la otra". 

Después de todo, creo que uno nunca llega a tener certezas totales y pensar y planear en pareja me parece una de las cosas más complicadas. Sin embargo, mientras más seguro se está de compartir en el ahora y de agradecer coincidir, menos espacio hay para el miedo. 

Hace 2 años me preguntaba cuándo me dejaría de sentir triste y si algún día me podría reír de todo. Hace un tiempo me di cuenta de que el "siempre te voy a querer" era y es verdad. Hace poco me caché riéndome de la vez que tuve que ponerme lentes oscuros adentro de mi casa porque tenía los ojos hinchadísimos de tanto llorar. Ayer me di cuenta que estaba feliz por estar rodeada de gente que también estaba feliz por compartir esa noche y que realmente nunca estuve sola. 





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